El jueves, la Junta de la Policía de Chicago coincidió con la recomendación del jefe de policía de la ciudad de que los dos agentes implicados en el tiroteo de un hombre desarmado en Pilsen en 2022 no deberían ser despedidos del departamento.
La Oficina Civil de Responsabilidad de la Policía (COPA) había recomendado la baja del sargento Christopher Liakopoulos y del agente Rubén Reynoso por infringir las directrices sobre el uso de la fuerza, no prestar ayuda y no asegurar la escena del incidente de julio de 2022 que dejó herido a Miguel Medina.
Sin embargo, el superintendente Larry Snelling discrepó con COPA, argumentando que ambos agentes cumplieron con las políticas del departamento y no propuso ninguna medida disciplinaria para ellos. En los casos en que el superintendente y COPA discrepan sobre la disciplina policial, se selecciona a un miembro de la junta policial para que resuelva la disputa.
El jueves, el miembro de la junta, Steven Block, coincidió con Snelling en su decisión, coincidiendo con el superintendente en que Liakopoulos cumplió con las directrices del Departamento de Policía de Chicago (CPD) y no debería ser sancionado. Aunque también coincidió en que Reynoso no violó las normas sobre el uso de la fuerza, Block apoyó las acusaciones de COPA de que Reynoso no prestó auxilio ni aseguró la escena.
“Dado que la recomendación del Administrador Principal de que el agente Reynoso fuera dado de baja del Departamento de Policía de Chicago se basó en la confirmación de las cuatro acusaciones, parece que los siguientes pasos apropiados son que el Administrador Principal emita una nueva recomendación de disciplina” con base en esas dos acusaciones, escribió Block en su opinión.
El superintendente responderá entonces a dicha recomendación.
El tiroteo implicó una evolución de narrativas, lo que finalmente llevó a que los agentes fueran acusados de mentir sobre lo sucedido y acusados de delitos graves. Ambos agentes fueron absueltos en 2023. El juez dictaminó que los agentes tenían derecho a protegerse.
Los agentes, ambos de la Unidad de Accidentes Graves en ese momento, se dirigían a una sesión de entrenamiento policial cuando vieron a Medina y a un grupo de personas caminando por la calle 18 y decidieron investigar.
Los agentes intercambiaron disparos con un menor del grupo que había comenzado a huir. Ambos agentes afirmaron falsamente que les habían disparado primero. Al ser entrevistados por la fiscalía estatal al día siguiente, los agentes supuestamente dijeron que no sabían quién disparó primero, pero que el menor les apuntó con un arma antes de que le dispararan a Medina.
Varios días después del tiroteo, la fiscalía afirmó haber obtenido un video de vigilancia que contradecía esas declaraciones. La entonces fiscal estatal, Kim Foxx, anunció dos meses después que su oficina acusaría a ambos agentes de agresión con agravantes y mala conducta oficial.
Block, en su opinión, afirma que el video de vigilancia muestra que el menor apuntó con un arma a los agentes, justificando sus acciones.
“De hecho, fue [el menor] quien mostró un arma de fuego mientras él y Medina se acercaban al vehículo de los agentes, y fue sólo entonces que el sargento Liakopoulos y el agente Reynosa dispararon legítimamente sus armas”, declaró Block.
En cuanto a las acusaciones de no dar auxilio ni asegurar el lugar de los hechos, Block señala que Liakopoulos no tuvo la oportunidad de realizar dichas acciones porque persiguió al menor. Sin embargo, Reynoso permaneció en el lugar de los hechos.
“A pesar de permanecer en el lugar de los hechos, el agente Reynoso no dio auxilio a Medina y, según el expediente, no está claro por qué no lo hizo”, escribió Block. “El expediente tampoco deja claro qué medidas tomó el oficial Reynoso para asegurar la escena o si tales medidas habrían sido prácticas dadas las circunstancias”.
Traducido por Gisela Orozco para La Voz Chicago