La sentencia de prisión del ex concejal Ed Burke es otro golpe a la vieja política ‘estilo Chicago’

El último capítulo de la espectacular caída de Ed Burke de las alturas del poder en Chicago terminó el lunes con una sentencia de dos años de prisión y una multa de $2 millones por su condena por cargos de chantaje, soborno e intento de extorsión.

El ex concejal Burke —que formó parte del Concejo Municipal durante más de cinco décadas, presidió su importantísimo Comité de Finanzas, tenía una gran influencia sobre quién podía postularse para juez del Condado de Cook, y además dirigía un lucrativo bufete de abogados— ¿va a la cárcel?

Mucha gente que conoce la historia de esta ciudad probablemente nunca pensó que eso ocurriría.

Pero ha sucedido, y es otro golpe bienvenido a la vieja política “estilo Chicago” de acuerdos de trastienda a costa de un gobierno honesto. Burke debería estar obligado a cumplir todos y cada uno de los días de su condena de dos años de prisión.

La fiscal federal adjunta Sarah Streicker abogó por una condena de algo más de ocho años (97 meses) durante las horas que duró la audiencia en la Corte Federal Dirksen ante la jueza de distrito Virginia Kendall.

Dos años no es la condena que querían los fiscales, pero tampoco es un suspiro. A los 80 años y para un hombre que llegó tan alto como Burke, incluso dos años de prisión son un castigo y una humillación, una mancha en su legado que Burke, su familia y sus amigos lucharon con todas sus fuerzas por evitar.

Varios líderes notables, 200 en total, escribieron cartas a la jueza solicitando clemencia para Burke debido a su edad y a su larga lista de obras de caridad y generosidad. Las buenas obras están muy bien, pero los juzgados están llenos de historias de delincuentes condenados que pagaron por funerales o la educación universitaria de un joven prometedor. Eso no es una excusa para salir de la prisión.

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Kendall, antes de emitir la sentencia, habló de la gente común que pierde la fe en el gobierno debido a las malas acciones de los funcionarios públicos.

“No sé cómo inculcar a quienes sirven al público que lo que están sacrificando no son simplemente sus propias vidas” o su libertad, dijo Kendall. “Forman parte de este desgaste de nuestra democracia”.

Burke se convirtió en el último de una lista de casi 40 concejales condenados por corrupción desde 1972. Lamentablemente, los habitantes de Chicago se han acostumbrado a los políticos corruptos. Pero el cinismo y la decepción no les han impedido anhelar funcionarios electos que actúen con integridad y no en beneficio propio.

‘Nunca han llegado a nada’

Burke, junto con su esposa, la Magistrada jubilada de la Corte Suprema de Illinois Anne Burke, y sus partidarios, alegaron su edad para intentar evitar que fuera a prisión. Pero la edad no disuadió a Burke de la corrupción. No debería impedirle rendir cuentas.

No era un jovencito cuando decidió utilizar su puesto de concejal para dirigir negocios a su firma de abogados privada, en esquemas que involucraban a la antigua Oficina de Correo, un Burger King cerca de la calle 41st y Pulaski, y una licorería Binny’s en el lado noroeste.

Burke no era un joven novato cuando amenazó con bloquear un aumento de las tarifas de entrada en el Field Museum cuando los empleados no respondieron a sus intentos de conseguirle una pasantía para la hija —descrita en la corte como su ahijada— del ex concejal Terry Gabinski.

Y Burke era lo suficientemente mayor como para saber que no debía seguir comportándose como si la política poco ética, basada en el clientelismo y al estilo de Chicago nunca fuera a pasar de moda.

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Sin embargo, como dijo Streicker en el juicio, ese era el modus operandi de Burke, que “abusó de su poder y explotó su cargo en beneficio propio una y otra y otra y otra vez durante años”.

En cuanto a Burke, reaccionó así a la redada realizada en 2018 por agentes federales en sus oficinas del Ayuntamiento y del distrito 14, que puso en marcha su caída: “He estado bajo investigación en el pasado”, dijo Burke al canal Fox 32. “Nunca han llegado a nada…”.

Esta vez resultó ser diferente, ya que el entonces colega de Burke, el ex concejal Danny Solís (25º), se puso un micrófono para grabar a Burke. Las grabaciones ayudaron a sellar la condena de Burke en diciembre.

Ahora, el hombre que una vez fue alabado como “el decano del Ayuntamiento” se encuentra tras las rejas. Burke, conocido por su conocimiento enciclopédico de Chicago y sus trajes impecables, probablemente nunca imaginó este escenario.

Si Burke no hubiera sido descubierto, no sería la primera vez que un funcionario electo se libra de la corrupción.

Pero Burke fue descubierto, condenado y ahora sentenciado. “La culpa es mía y sólo mía”, dijo ante la jueza justo antes de conocer su destino.

Es un testimonio de que al final se hace justicia, incluso para alguien que durante años se negó en redondo a rendir cuentas.

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Traducido por Gisela Orozco para La Voz Chicago

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